domingo, 31 de mayo de 2009

Compañía

Era una siesta de domingo sin angustias. Una tarde común y corriente, de un domingo más que normal, avasallado, capaz, por el frío del invierno que de a poco se animaba a llegar. ¿A qué rincón de la gran ciudad los llevaría el destino esta vez? ¿Se estupidizarían como siempre, y entre temas y temas de charla? ¿lograría ella leer su ensayo, o él hacer algún ejercicio de sus ciencias exactas?, ¿recorrerían una vez más algun conocido lugar para tener una salida inesperada o se inmiscuirán en algúno de los tantos lugares de la ciudad con portales desconocidos para los dos? Imposible saberlo, siendo ellos dos, estarían tan abstraídos en otro mundo, que sólo la imaginación, inexplicablemente, los perdería un rato y los haría volver.

No hay comentarios: