domingo, 12 de septiembre de 2010

:)

De chica me encantaban las aspirinetas. Me divertían las caritas en el envoltorio anaranjado, su color rosado tenue y ese sabor bien dulce y ácido, con ese picante del final. No había nada igual. Era el mejor remedio del mundo (y en secreto, la mejor golosina).También esperaba los domingos para leer los cuentos que venían en la revista Nueva. Me levantaba temprano para buscar la revista antes que mi hermano mayor, y así sentir esa pequeña victoria de haber leído el cuento primero.
Todavía las sigo comprando con la excusa de que hacen bien al corazón, permiso perfecto para comer una todos los días.
Qué cosa importante en mi infancia, las aspirinetas.

1 comentario:

Venito dijo...

verdaderamente un bello recuerdo, las aspirinetas...